Los sudafricanos tienen un gran espíritu de respeto y comprensión del mundo natural. Lo saben observar, disfrutar, cuidar y compartir con asombrosa maestría, pero como pasa cuando nos negamos a ver una verdad evidente, difícilmente concluirán tras estudiarlo que es necesaria la convivencia de especies para que un ecosistema subsista. ¿Sobrevivirá este país a los agravios del racismo?
Recorrer estas tierras de paisajes que roban el aliento hasta a los mosquitos, ricas en vegetación, diversas y mágicas puede suponer un ejercicio estricto de enajenación si no quieres que la situación política y la discriminación motivada por una simple predisposición genética te abofetee constantemente. Por fortuna la gente se relaciona con cordialidad, pero aún es raro ver que se interrelacione. Cada barrio pertenece a uno de los cuatro grupos raciales que se establecieron durante el apartheid, también los oficios, incluso se habla de regiones de blancos, asiáticos, negros, o de color. ¡Y el presidente...! Zuma, el actual representante de la gloriosa ANC liderada por Mandela durante el quinquenio 1994-1999 es ahora una persona corrupta, sin escolarizar cuyos intereses no sobrepasan el bienestar personal y de sus amigos, que por supuesto, acabarán recompensándole (esta opinión es general).
Cito palabras textuales de un sudafricano de color: "se está viviendo un apartheid invertido: ahora los negros mandan y si tu color de piel no es ese, puedes prepararte para tener dificultades, al menos a nivel laboral". Evidentemente hay que salvar las distancias. No hay ley escrita que limite a las personas a mezclarse, ni vivir, acceder determinados lugares o recibir educación, pero sí existen medidas que favorecen a la población negra como intento de reconciliarles con el pasado. Esto significa que las empresas deberán anteponer el color de piel a la preparación y capacidades a la hora de seleccionar su personal, otra potencia de la consciencia diferenciadora.
Parece que la globalización ejerce un efecto positivo en las generaciones jóvenes quienes empiezan a ver personas y no gamas cromáticas. ¡Ojalá!
Recorrer estas tierras de paisajes que roban el aliento hasta a los mosquitos, ricas en vegetación, diversas y mágicas puede suponer un ejercicio estricto de enajenación si no quieres que la situación política y la discriminación motivada por una simple predisposición genética te abofetee constantemente. Por fortuna la gente se relaciona con cordialidad, pero aún es raro ver que se interrelacione. Cada barrio pertenece a uno de los cuatro grupos raciales que se establecieron durante el apartheid, también los oficios, incluso se habla de regiones de blancos, asiáticos, negros, o de color. ¡Y el presidente...! Zuma, el actual representante de la gloriosa ANC liderada por Mandela durante el quinquenio 1994-1999 es ahora una persona corrupta, sin escolarizar cuyos intereses no sobrepasan el bienestar personal y de sus amigos, que por supuesto, acabarán recompensándole (esta opinión es general).
Cito palabras textuales de un sudafricano de color: "se está viviendo un apartheid invertido: ahora los negros mandan y si tu color de piel no es ese, puedes prepararte para tener dificultades, al menos a nivel laboral". Evidentemente hay que salvar las distancias. No hay ley escrita que limite a las personas a mezclarse, ni vivir, acceder determinados lugares o recibir educación, pero sí existen medidas que favorecen a la población negra como intento de reconciliarles con el pasado. Esto significa que las empresas deberán anteponer el color de piel a la preparación y capacidades a la hora de seleccionar su personal, otra potencia de la consciencia diferenciadora.
Parece que la globalización ejerce un efecto positivo en las generaciones jóvenes quienes empiezan a ver personas y no gamas cromáticas. ¡Ojalá!