miércoles, 14 de noviembre de 2012

Cape Town


Un grupo de niñas canta de camino a la escuela. También entona versos musicalizados aquella pareja que enfila, descalza, la escarpada Table Mountain. Los rostros de todos ellos sonríen, mientras que sus coplas recuerdan más a lánguidos mantras que a tonadillas de jolgorio y comprendo, entonces, que así debe ser. Si Cape Town se llamase Contratiction Town nadie se extrañaría. ¡Viven los contrastes! Innumerables, a veces deliciosos, otras sorprendentes, algunas desgarradores: Amanece un día lloviznoso y las nubes dibujan sombras imponentes sobre las montañas que nos rodean. De camino al epicentro de la ciudad me codeo con informatizados trabajadores mientras sorteo a fashionistas ataviados de coloridos trapos y personas dedicadas a la perpetua contemplación. Pronto sale el sol, rabioso por el protagonismo que las nubes le quitaron y abrasa nuestros cuerpos. Un parque explosiona en color combiando plantas, aves y roedores exóticos con pálidos rosales que nos remiten a un pasado colonial. El mar decide acariciar las rocas con suavidad y presumir de aguas cristalinas. ¿Será que está preparando sus entrañas para recibir la tormenta que se avecina?

El ritmo pausado se agita en busca de resguardo, empieza un concierto de truenos y proyección de relámpagos que engalanan el cielo hasta en los suburbios donde desconocen el significado de esa palabra. Las paradojas también descansan de noche, pero las antítesis alimentan nuestros sueños y logro dormir recordando el Cabo de Buena Esperanza, donde se juntan el Índico y Atlántico. Es cierto, la magia que guarda esta pareja al encontrarse es indescriptible, como el amor.

1 comentario:

  1. ¡Cuántas veces he abominado ( pegada a la pantalla del PC y doliéndome del ojo 'seco') de la tecnología maldita que nos aleja de los papiros, de las plumas de ave remojadas en tinturas varias, de los pictogramas de los aztecas, de las piedras rúnicas, del Pentateuco, de la emoción de rasgar un sobre ocupado por el tesoro de las letras acuñando palabras…., las palabras frases…, las frases emociones…..!
    Hoy, que al instante puedo gozar de las primeras impresiones africanas pilurinas, me rindo ante la escuálida cultura de ceros y unos, ante la tortura del bit. ¡Aleluya! La muñones mezcla océanos y nos lo cuenta… y nos salpican sus espumas. Hoy en vez de en Las Caldas nadaré en…. ¡Qué dilema! Como siempre: en las más altas olas, en el más bravo océano.

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